domingo, 29 de agosto de 2010

Los Liljeberg

Eliana, Sarianne, Tommie and the crab

Sarianne organized the crab fest for us on the night we went to their house for dinner; Tommie had met us at the metro to bring us home. Later, Eliana shared her phone conversation with Lucas who refused to leave her side and just looked at her in awe.

Dinner was wonderful, and breakfast the day after was also great. We missed Natalia, the oldest daughter, but were lucky to meet her on Sunday, before we headed for the airport to come back to Barcelona.

Eliana, Lucas and Sarianne at breakfast

Here we took some group photos and they look so well... We hope to repeat, next time in Barcelona!

With Sarianne, Tommie and Natalia at Fotografiska

Los Hultin

Thérèse, Mathilde and Cecilia

Thérèse and Anders met us as soon as we got off the boat in Sandhamn. It was a lovely day, blue skies, beautiful water, nice road to their gorgeous summer house. We had a great lunch right by the water with their children Andreas, Cecilia and Mathilde, plus a friend of Andreas'. Nice conversations, again no group photos, but beautiful memories of our day by the sea.

Anders, Andreas and the other boys

Cecilia crawled near Lucas to prevent him from jumping into the water, and then she had to hold him -he loved the attention, and played with the earless Mickey Mouse that was Ander's toy from his childhood and had survived him and his three children, before getting to Lucas. It continues alive and well.

Cecilia and Lucas

Los Guggenberger - Janson


Christina and Ola lent us their apartment in Stockholm for our very first night. Lucas felt right at home and played non stop with Vita's toys and with Christina's broom (which you can see in the photo).


After we returned from the South, they invited us over to their summer house and we had a lovely dinner. We were sorry to have missed Patrik, but loved to see Christina, Ola, Erika and Vita. We took few photos and no group photos, but Christina took this lovely one of Lucas and Vita which we're very thankful for.

lunes, 23 de agosto de 2010

Vacaciones de verano 3


El viernes madrugamos pues teníamos que coger un barco con rumbo a Sandhamn, una de las 24.000 islas del archipiélago de Estocolmo... pero no una cualquiera: una en la que nos esperaban, tras dos horas de recorrido en barco, Thérèse, Anders, Andreas, Cecilia y Mathilde Hultin, una familia encantadora que nos recibió en el puerto, nos acompañó a la casa, nos invitó a comer, nos hizo fotos, nos contó historias, se enamoró de Lucas y luego nos volvió a traer de vuelta al puerto para coger un barco hacia Nybroplan, en el centro de Estocolmo. Fue un día de sol precioso: el recorrido de ida y vuelta se hace un poco largo, pero el paisaje de agua, islas, pinos, barcos, es precioso de verdad. Invita a dejarse perder y hace dar muchas ganas de encontrar una isla, estar un tiempo más allí, disfrutando de largos días de sol, dándose algún baño en las gélidas aguas del mar Báltico. La próxima vez volveremos por más tiempo.

Llegamos al centro, caminamos un poco, encontramos el metro y nos fuimos rumbo a Täby donde nos espraban Tommie, Sarianne y Eliana Liljeberg, otra maravillosa familia que nos invitó a cenar esa noche. No fue una cena cualquiera: en la mesa estaban los cangrejos que se comen para la fiesta del cangrejo, acompañados de schnapps (hay que cantar antes de beber y así lo hicimos) y tocados con un sombrerito en la cabeza (que también se hizo, por supuesto). La cena estuvo deliciosa, la compañía genial. Nos quedamos a dormir en su casa y la mañana del sábado disfrutamos de un delicioso desayuno sueco con miles de panes, yogur, quesos, mermeladas, mantequilla... en fin, felices todos. La menos amigable era la pobre Berit, una perrita muy vieja que fascinó a Lucas hasta que le ladró y lo hizo llorar amargamente. Finalmente logramos que niño y perra no se acercaran mucho uno a otro. Disfrutamos el jardín de los Liljeberg con su fabulosa cama elástica (parece ser la moda en Suecia tener una de estas; mamá y papá saltaron y saltaron, por supuesto... y Lucas reía encantado). A medio día del sábado Sarianne nos llevó al Historiska museet donde finalmente encontramos algo de vikingos, aprendimos sobre la historia antigua, los primeros pobladores, los vikingos, la edad media, el renacimiento, llegando casi hasta el siglo XX. Muy interesante. Decidimos ir hacia el Humlegarden, guardadas las proporciones es como el Central Park de Estocolmo, y allí comer y luego hacer plan de parque con Lucas y otros niños suecos. 20 minutos después de emprender camino nos percatamos de no tener la cámara de fotos... horror!!! Álvaro volvió corriendo al museo pues recordaba haberla dejado en la escalera, a la salida del museo. Lucas y yo nos fuimos hacia el parque. Afortunadamente Suecia es un país civilizado y Estocolmo una ciudad de gente honrada: la cámara esperaba en el mostrador del museo y no perdimos todas las fotos de nuestro viaje.

Esa tarde volvimos caminando, atravesando el Gamla Stan de nuevo, y cogimos el bus para volver a Nacka. Papá e hijo bajaron al parque de casa, mamá preparó maletas. El domingo por la mañana visitamos, con Sarianne, Tommie y Natalia (su otra hija) el Fotografiska que, recién inaugurado apenas en mayo, pretende convertirse en el más importante museo de fotografía de Europa. Es sencillamente increible el edificio, la ubicación, y también las colecciones que pudimos ver. La exposición de Annie Leibowitz estuvo muy bien, y casi mejores las de Lennart Nilsson, Vee Speers y, aunque muy perturbadora, Joel-Peter Witkin. Lucas disfrutó gateando de exposición en exposición y saludando amablemente a la gente de las fotos: George Bush, Michael Moore, la hija de Leibowitz, Susan Sontag, todos se llevaron un "hola" de nuestro sociable pequeñajo.

A la 1 estábamos en el Arlanda Express rumbo al aeropuerto. A las 4 embarcábamos con destino Barcelona, a donde llegamos sobre las 7 de la noche. Definitivamente en Norwegian se vuela mejor.

Vacaciones de verano 2


Tanto a la ida como a la vuelta hicimos una larga parada a medio camino. A la ida elegimos Gränna, un pueblo pintoresco famoso por su polkagris, el conocido caramelo de menta de rayas rojas y blancas. Era un día nublado y lloviznoso, si existe la palabra, pero aún así nos pareció bonito el pueblo. Está al lado del lago Vättern que no pudimos ver por la niebla que había, hasta después de comer cuando salió el sol y lo vimos un poco, a lo lejos. Luego seguimos el camino. A la vuelta paramos en un área de servicio que coincidencialmente estaba justo encima de Gränna. Desde ahí vimos el lago y el castillo en ruinas desde el cual dice la guía se puede ver el Vättern, Gränna y la isla de 9 kilómetros que está en medio del lago. Esta vez no visitamos nada más que el área de servicio pero allí Lucas montó por primera vez en un caballo -10 kr daban derecho a un paseo mecánico de 1 minuto, quizás, y él lo disfrutó un montón. ¿Se imaginan cuando el caballo sea de verdad, con relinchos y todo?

Esa noche, a las 7.30, llegamos a Nacka, la ciudad-dormitorio donde habíamos alquilado un apartamento para pasar nuestros días en Estocolmo. Nacka no es nada en especial, pero el piso estaba bien, a 7 minutos en bus de Slussen (una estación bastante central donde llega metro, autobuses, barco), y sería una buena base para explorar la capital de Escandinavia. Esa noche había mucho cansancio y nos dormimos todos más o menos pronto.

El miércoles comenzamos nuestra exploración por la ciudad tras devolver el coche de alquiler. Un barco nos llevó desde Nybroplan hasta la isla de Djurgarden donde está el espectacular Vasa museet, un museo dedicado al Vasa, un barco del siglo XVII que naufragó nada más zarpar y el cual rescataron casi intacto 300 años después. Es impresionante. De ahí pasamos a un tema más infantil y visitamos Junibacken, el museo en que se celebra la literatura infantil: personajes de muchos cuentos nos dejaron entrar en sus casas, nos mostraron sus secretos, en fin, un buen recorrido a pie y luego en una casita voladora que nos contaba muchas historias de diversos personajes, en su mayoría desconocidos para nosotros. Termina el recorrido en casa de Pippi Langstrum, la más importante de todas. Y luego la librería, con ningún libro en castellano (mmm... cuánto trabajo para un traductor y un editor!!!) y muchos juegos y juguetes para los niños más antojados. De ahí subimos a Skansen, el pueblo sueco, un parque al aire libre donde han reconstruido casas de todos los lugares de Suecia, desde el norte hasta el sur. Tiene además un pequeño zoológico con animales de toda la geografía y es un lugar muy bonito. Tras un largo día de sol y calor, emprendimos el retorno caminando hasta Slussen por Strandvagen, atravesando Kungsträdgarden, cruzando el puente hacia Gamla Stan (el casco antiguo), parando a los pies de Södermalm a tomar una cerveza y luego Slussen, autobus, casa.

El jueves de nuevo al centro, esta vez a ver Gamla Stan con un poco más de calma. Allí encontramos el Nobel museet, un museo pequeñito dedicado a Alfred Nobel y sus premios. Es interesante, con datos curiosos, hechos, historias. Salimos justo para ver el cambio de guardia en el palacio real y cogimos el barco hacia Djurgarden de nuevo para visitar el Nordiska museet, un museo sobre costumbres y cultura nórdica. Aunque esperábamos ver vikingos y ellos hacía mucho que ya no vivían cuando este museo fue ideado, resultó ser un museo manejable, instructivo y que nos dió una buena idea de lo que era la cultura de este tipo de países. Luego caminamos hasta el museo de la musica y ahí comimos en un café. Emprendimos luego el regreso a Nacka pues teníamos cita a las 6 con Christina Guggenberger, nuestra anfitriona de la primera noche, que nos invitó a cenar a su casa de campo en una isla cerca de la cual tienen casa Bjorn Borg, el inventor de Skype, y probablemente más ricos y famosos que ahora no recuerdo. La cena, con Ola (su marido), Erika (su hija) y Jasper (el novio de la hija), fue deliciosa. Pero sin duda alguna el éxito fue Vita, la perra labrador de la familia, favorita de Lucas.

Vacaciones de verano 1




Este verano decidimos hacer un viaje al norte, donde los días son laaaargos y las noches cortas. Es verdad que con un niño tan pequeño esto se nota, en realidad, poco, pero aún así, nuestra estancia de 10 días en Suecia (entre Estocolmo y Höganäs) fue muy alucinante.

Fue un viaje maravilloso de principio a fin. Llegamos a Estocolmo tras un largo trámite de autobuses, avión y taxis que comenzó el viernes 6 a las 7.30 de la mañana cuando salimos en taxi rumbo a la Estación del Norte. A las 8 cogíamos el bus para ir a Girona, donde nos embarcaríamos en un avión (que realmente era peor que el bus) rumbo al aeropuerto de Skavsta en Nyköping, desde donde otro bus (de nuevo mejor que el avión) nos llevaría a la estación central de Estocolmo y de ahí un taxi hasta nuestro destino final en el número 46 de Karlavägen en el centro de la ciudad. Serían entonces las 5 de la tarde. Pero la tarde se prolongó hasta las 10 de la noche, y a las 11 vimos por la ventana los fuegos artificiales que celebraban el final de unos juegos de atletismo que se celebraban en un estadio cercano.

El sábado a las 9.30 teníamos que recoger el carro en Östermalmstorg, a pocas manzanas de la casa, y de ahí salimos por la E4 rumbo al sur, hacia Höganäs, nuestro siguiente destino. 600 kilómetros y 9 horas más tarde, a las 7 de la noche, entrábamos en la preciosa casa de Suzanne, una gran amiga de la abuela Ine, quien nos acogió cariñosamente en su jardín, nos presentó a su familia, a su amiga Beatriz, en fin, nos dejó ver una parte de su tranquila y confortable vida sueca. Para Lucas, además, Suzanne fue la primera en cantar una nana sueca que nos aprendimos, y que cuenta la historia de una mamá troll (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia) que amarra las colitas de sus bebés troll y les canta las más hermosas canciones a la hora de dormir. Ahora Lucas se duerme al son de esta linda melodía -la letra todavía no me la he aprendido.

Höganäs fueron días de tranquilidad y ritmo familiar. La primera noche cena en casa y mucho gatear por el jardín persiguiendo una pelota y a Suzanne y a Beatriz. El día siguiente visita a la casa de verano de la mamá de Suzanne que está a punto de cumplir 100 años y quien se ve estupendamente. De ahí salimos para Helsingborg donde tomamos el ferry para pasar a Helsingor (también conocida como Elsinor, para los lectores de Shakespeare, ciudad natal del famosísimo Hamlet cuyo castillo se alza imponente sobre el estrecho). Comimos allí mismo y luego salimos, bordeando la costa, hacia Louisiana, un museo de arte moderno con un jardín impresionante en el que hay esculturas y vistas sobre el mar. Desafortunadamente era un día gris y lluvioso, por lo que tuvimos que imaginar las vistas, pero valió la pena ir por ver el museo, la exposición Warhol After Munch, las fotografías de Sophie Calle, y otras interesantes obras de la colección permanente del museo. Un café mirando una escultura de Calder y luego emprendimos el camino de regreso, mismo ferry, luego a Höganäs, esta vez sin jardín (llovía) pero con escaleras: Lucas aprendió a subir y bajar las escaleras incansablemente.

El lunes Suzanne trabajaba, Beatriz también. Nosotros emprendimos el viaje hacia el este, buscando un bosque encantado llamado Trollskogen (lo que viene a ser "bosque de los trolls") que según nuestras indicaciones estaba cerca de Lund. Pasamos pues la mañana explorando Lund, preciosa ciudad universitaria, con interesante ambiente, una bonita catedral con reloj astronómico (que vimos en todo su esplendor a las 12 del día), luego comimos ahí y nos fuimos a pasear por el bosque de los trolls. Al parecer, a estas criaturas no les gusta mucho se descubiertas y tuvimos que insistir mucho y dar muchas vueltas para finalmente poder dar con el bosque y caminar, y caminar. Valió la pena, es un lugar muy bonito. Lucas fue a hombros de su padre casi todo el tiempo, encantado con los árboles y algunos animales que encontramos: principalmente un perro (de otros paseantes) y luego algunas vacas singulares con grandes cuernos que nos miraban curiosas mientras pasábamos por su poteror, y finalmente los adorados caballos que vimos a lo lejos en unos potreros cuando ya nos acercábamos al lugar donde habíamos dejado el carro. Lucas encontró una deliciosa pieza de caca de caballo que optó por probar (fue más rápido que la mamá y el papá estaba ocupado tomándole fotos), felizmente sin ninguna consecuencia tóxica. Esa noche cenamos en casa de Suzanne, cantamos la canción de mamá troll (Trollmor), y Lucas se durmió en brazos de nuestra feliz anfitriona.

lunes, 16 de agosto de 2010

Upps!

Nos habíamos olvidado de poner el letrero: