Encontré un documento con dos anécdotas preciosas de cosas que dijo Lucas. Tienen fecha. Las comparto tal cual. Abajo la última, que añadí hoy a propósito de una lectura.
13/06/14
Lucas nunca ha sido muy de novias ni
nada, en el cole. Supongo que eso es una cosa más de niñas. Sé que ya llegará.
En todo caso, una vez nos contó de María, que era su novia y también la de
Biel. No nos explicó mucho cómo funcionaba el arreglo, pero al parecer
convivían los tres en paz. Y ahora nos ha dicho que su novia es Jana.
Esta mañana me contó que el otro día Jana
había dicho que ya no era su novia, porque él le había dicho que el nombre que
le había puesto a su robot era feo. Pero él había procedido a remediar la
situación y le había dicho a Jana “algo bonito”, y ella entonces había dicho de
nuevo que era su novia. Le pregunté que era ese “algo bonito” y me dijo:
“Le dije que ella era como una princesa
guapa, con todos los tesoros, y todas las diademas, y todas las piedras
brillantes.”
“Si me dijeras eso a mí, yo también sería
tu novia,” le dije, sorprendida de mi hijo poeta.
“Ya te lo he dicho, mamá,” me contestó.
Una vez más, me enamoré.
20/7/2014
Isabel vino este domingo a encontrarnos
en el parque Joan Miró. Luego fuimos con ella a comer a A casa portuguesa y
luego a nuestra casa un rato largo por la tarde. Como siempre con ella nos lo
pasamos muy, muy bien. Y hablamos de muchas cosas, entre otras de Jose Antonio,
el papá de Álvaro.
El lunes, mientras Álvaro se alistaba
para salir, oi que Lucas le decía muy serio:
“Papá, yo sí quiero que tú conozcas a mis
hijos. Quiero que ellos tengan un abuelo que seas tú, no como yo que no conocí
a mi abuelo que era tu papá. ¿Oyes, papá? Entonces, haz un esfuerzo, ¿bueno?”
09/04/2018
Lucas se ha apuntado al concurso de
lectura en voz alta que convoca la escuela para Sant Jordi. Hoy fuimos a la
biblioteca a buscar un libro para que Lucas eligiera un fragmento para leer. Entre
otros, elegimos uno que publica Takatuka y se llama El señor Silverstre, de Silke Lambeck. Le leí a Álvaro el comienzo del primer
capítulo que dice así:
“Feia un matí
gris i plujós, i en Maurici estava de mal humor. La mare també estava de mal
humor. El pare rondinava en veu baixa rere el seu diari i en Tomàs, el bebè,
bramava.
-Maurici,
posa’t les botes de pluja -cridava la mare.
En Maurici estava
assegut a l’habitació dels nens i feia com si no la sentís. La mare tenia
aquella veu de cabra beladora que no li adradava gens. I ara cridava encara més
fort.
-Maurici,
posa’t d’una vegada les botes de pluja o faràs tard a l’escola!
En Maurici va
enfonsar més el nas dins el seu llibre d’indis. S’havia assegut al seu racó
acollidor ple de coixins, sota la petita làmpada, lluny de la gran finestra on
picava una pluja torrencial. No es volia posar les estúpides botes de pluja. I si
s’ho rumiava bé, tampoc no volia anar a l’escola. És clar que sabia que hauria
d’acabar anant a l’escola. Però, com a mínim, potser amb les sabates d’esport.”
Por supuesto la escena nos resultó
tremendamente familiar. Los niños no oyen la voz de la madre, ni la del padre,
en realidad. Es como una incompatibilidad genética, la voz del progenitor con
el oído del niño. No oyen instrucciones, no atienden, no se enteran. O sí, pero
les da igual.
El hecho es que nos hizo gracia y cuando
estábamos Lucas y yo copiando un texto para el concurso, le dije que mirara
esta novela cuyo comienzo a mí me había hecho mucha gracia. Se fue a leer a
solas. Álvaro lo encontró leyendo.
-Ah, estás con esa del niño que no hace caso a sus padres.
Y Lucas respondió un poco indignado:
-¡No, es al revés, es la de unos padres que no le hacen caso al
niño!
Es cierto que no hemos leído más allá de
esta primera página, pero nos hizo gracia como el mundo se entiende según quién
lo mira.